El Col·legi de Treball Social de Castelló aboga por otro modelo sociosanitario para reducir trámites burocráticos

Dos meses. Es el tiempo que tarda en tramitarse una plaza en una residencia pública para personas dependientes en la provincia de Castellón. Un plazo “excesivo” a juicio del colectivo de trabajadoras y trabajadores sociales al que hay que sumar después el tiempo de espera para acceder al centro.
Es sólo un ejemplo de la dilación en el acceso a un recurso social con la que se topan a diario muchos castellonenses y que para los profesionales del Trabajo Social se solventaría con una mayor coordinación entre los servicios sanitarios y los sociales “respaldada e impulsada desde la Administración”. Una reivindicación que lleva sobre la mesa dos décadas y en la que el Col•legi de Treball Social de Castelló volverá a incidir el 15 de marzo con motivo del Día Mundial del Trabajo Social, cuyo lema es Promover la dignidad y el valor de las personas.
El Museu de Belles Arts acogerá esta jornada, en la que también quieren hacer valer su labor como profesionales, romper clichés –“no somos meros prescriptores de recursos”- e incidir en un modelo asistencial que sitúe a la persona y sus decisiones en el centro de las políticas “para que los recursos se adapten a ella y no al revés”, explica el presidente del Colegio, Santi Agost.
“Desgraciadamente la urgencia social no es lo mismo que la urgencia sanitaria”, añade por su parte la vicepresidenta, Marisa García. “¿Qué ocurre con esa persona mayor sin familia, con una salud delicada que empeora de repente y no puede acceder de manera inmediata a un recurso social porque son muchos los eslabones administrativos a superar?”, lamenta.
“De lo que se trata es de poder derivar a esa persona al servicio que necesita y elige, y hacerlo con eficiencia para evitar que en lugar de ser bien derivado vaya a la deriva”, apostilla García.
Partir de que lo social y lo sanitario “se retroalimentan”, porque hay personas que necesitan cuidados desde los dos servicios, “y más si son de larga duración”. Ese trabajo en la misma dirección “evitaría duplicidades, agilizaría los trámites y el acceso a los recursos, posibilitaría atender a la persona de manera más inmediata en su domicilio, previniendo empeoramientos que podría ser más costoso tratarlos después, por lo que al final se mejoraría la atención ciudadana y la sostenibilidad del sistema”, sostiene el presidente.
La falta de un modelo ‘formal’ que coordine ambos campos no significa, aclaran desde el organismo colegial, que dicha interacción no exista. “Esa coordinación se está haciendo, pero muchas veces supeditada a la voluntad de los profesionales; exigimos poder hacer esta misma labor en el marco de una estructura apoyada e incentivada por la Administración”.
A pesar de las asignaturas pendientes, el Col•legi de Treball Social de Castelló reconoce que el Día Mundial llega este año con cierta dosis de esperanza: “Estamos en una fase de oportunidad porque el nuevo Consell ha incluido esta reivindicación en su proyecto. Vemos avances, como que las consellerias de Igualdad y Políticas Inclusivas y la de Sanidad Universal se hayan sentado a hablar, pero queremos que esos pasos se plasmen en directrices políticas claras”.
Ponencias del 15 de marzo
La jornada del 15 de marzo analizará, de la mano de directores generales de ambas consellerias, en qué estado se encuentra el diseño de este modelo de atención sociosanitaria en la Comunitat. Otro de los ponentes destacados es el consultor social Fernando Fantova, que abordará la situación de los servicios sociales y los sanitarios ante el reto de la complejidad.
Una complejidad que caracteriza, por cambiante, el escenario en el que se mueven los profesionales del Trabajo Social, marcado por el envejecimiento poblacional y por la emergencia, tras años de crisis, de nuevos colectivos susceptibles de requerir una intervención social y el auge de problemáticas ligadas a la salud mental fruto de ese malestar económico.
“Todo ello nos abre nuevos retos, como la apuesta por políticas de prevención, reducir la brecha en el acceso a recursos entre pueblos y ciudades o mejorar las ratios de profesionales del Trabajo Social”. Son metas que, dicen, quieren alcanzar para blindar su objetivo: velar por la dignidad, y el bienestar, de aquellas personas –“podemos ser cualquiera”, inciden- que en un momento dado atraviesan una situación difícil “y necesitan de nuestro acompañamiento para conseguir un cambio que les beneficie. Para tener una vida digna”.