ENTREVISTA A CLOTILDE PROVEYER “Reconocer la labor del Trabajo Social y verlo como una necesidad ha sido un gran avance en Cuba”
Doctora en Sociología e impulsora de la carrera universitaria de Trabajo Social en la isla caribeña, visita el COTS Castelló para hablar de la “experiencia cubana” en esta disciplina
Reivindica “más protagonismo” de la profesión en el escenario académico para que pueda cumplir “un rol más activo en la sociedad”
Clotilde Proveyer (1953, Ciego de Ávila, Cuba) es Doctora en Sociología y profesora de Sociología de Género y de la Educación en la Universidad de La Habana (Cuba), su „base de operaciones‟ desde hace 40 años. En su departamento se ha gestado el programa académico que sustenta hoy la carrera de Trabajo Social en el país caribeño. Quitándole mérito al mérito, dice que más que pionera en el impulso universitario de la profesión ha estado, simplemente, “en este esfuerzo”. Trabajadora social “de vocación”, aterriza en la sede del Col·legi de Treball Social de Castelló para impartir este miércoles la conferencia La experiencia cubana en el Trabajo Social.
P. Su intervención mañana va de comparativas y aprendizaje mutuo… ¿Cómo es el Trabajo Social en Cuba?
R. El Trabajo Social en Cuba existe incluso desde antes de que triunfara la Revolución. Ya estaba el servicio social, pero no con la base académica o la tradición que tienen ustedes. Es un poco sui generis. Incluso diría que no es un Trabajo Social puro: usamos otras disciplinas que lo nutren, como la sociología. De hecho yo soy socióloga y en nuestro departamento se gestó el programa académico de la carrera de Trabajo Social en la universidad.
P. ¿Es una de las pioneras entonces?
R. Bueno, no diría tanto… pero sí he estado en este esfuerzo.
P. En el diseño de ese programa académico el sistema de Trabajo Social en España ha ejercido como fuente de inspiración…
R. Conozco, por el contacto con otros profesionales del Trabajo Social en España, el modo de hacer aquí y cuando nosotros estábamos haciendo nuestro currículum lo tuvimos muy en cuenta. Vimos los modelos españoles de Trabajo Social y nos nutrimos de lo que nos podía servir. Creo que las y los profesionales españoles tienen una labor importante: como actores sociales tienen un papel protagónico en la solución de problemas sociales. Ha sido importante beber de esta fuente, de la formación y práctica de este colectivo de profesionales.
P. Como trabajadora social, ¿cómo se definiría?
R. Sin duda soy trabajadora social vocacional. No lo soy de formación, me he metido en este terreno por la necesidad de profesionalizar el trabajo social en el mundo académico. Pero lo mío es vocación, sí: ser socióloga sin ser trabajadora social es una entelequia. Sólo en el vínculo con la realidad puedes nutrir tu profesión.
P. Háblenos del Trabajo Social en Cuba. ¿Retos?
R. Nos queda mucho: no hemos logrado consolidar el Trabajo Social en Cuba como una profesión con toda la tradición que tiene en Europa y la propia América Latina. El Trabajo Social tiene mucha importancia en nuestros pueblos porque hay que atender muchas necesidades sociales, en general, pero como profesión es relativamente reciente: desde finales de los 90 y principios de este siglo. Necesitamos que tenga más protagonismo en el escenario
académico porque eso permitirá que la profesión pueda cumplir un rol más activo en la sociedad y ocupe su lugar en el escenario de las Ciencias Sociales.
P. ¿Y puntos fuertes?
R. No me atrevo a hablar de un sistema cubano de Trabajo Social… Son palabras mayores. Pero lo más importante es el reconocimiento del papel del Trabajo Social en la sociedad. Verlo como una necesidad ha sido un gran avance.
P. ¿Dónde se cruzan las experiencias del Trabajo Social de uno y otro lado del Atlántico?
R. Los problemas en España y en Cuba son diferentes porque tenemos sistemas sociopolíticos y económicos distintos, pero por encima de las diferencias, el Trabajo Social siempre va a atender las vulnerabilidades que hay en nuestro entorno. Eso no cambia. El o la trabajadora social siempre está donde está el problema. Sin su labor, sin su compromiso e intervención es muy difícil „tocar‟ los problemas. Otro punto en común es que nuestro trabajo no siempre es sencillo, partiendo de la idea de que hay cuestiones que requieren ser atendidas por las instituciones, por el Estado, que no puede eludir ese compromiso. Pero no es fácil: no siempre hay recursos o se da la voluntad política para comprender la trascendencia de este papel, en cualquiera de los dos contextos, el español y el cubano.
P. Usted es además profesora de Sociología de Género: ¿qué aporta a la profesión?
R. La perspectiva de género es un extra: el Trabajo Social tiene un rol importantísimo en la transformación de la sociedad y las mujeres tenemos un gran protagonismo en esa sociedad. Ahí está la relación.
La nuestra es una de esas profesiones que por la división sexista que se ha venido realizando está muy feminizada. No creo que las mujeres y los hombres seamos diferentes para el trabajo social por naturaleza, pero desde un óptica cultural, las mujeres hemos sido las „cuidadoras‟, y el trabajo social tiene mucho de cuidar a seres humanos, y ahí hay un plus.
P. ¿Qué se meterá en la maleta tras su paso por Castellón?
R. Experiencia. Pretendo llevarme experiencia. Tengo muchas expectativas.
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