"El alumnado tiene que ser un rebelde intelectual y cuestionar lo que se da por sentado sin base empírica"
Alfonso Marquina es profesor del Departamento de Sociología y Trabajo Social en la Facultad de Educación y Trabajo Social de la Universidad de Valladolid
Alfonso Marquina Márquez es profesor en el Departamento de Sociología y Trabajo Social en la Facultad de Educación y Trabajo Social de la Universidad de Valladolid. Doctor en Antropología de la Salud (Universidad de Granada), Licenciado en Antropología Social (Universidad de Granada) y Diplomado en Trabajo Social (Universidad de Alicante). Desde 2005 forma parte como miembro del Grupo de Investigación PAIDI: Estudios Socioculturales Aplicados (SEJ-208) en la Universidad de Granada y desde 2019 como miembro del Grupo de Investigación GIR: Ciencias Sociales Aplicadas en la Universidad de Valladolid.
Ha sido investigador en la Escuela Andaluza de Salud Pública y desarrollado tareas como consultor en investigación en salud. A nivel internacional, ha sido investigador visitante en el Centre for Research in Social Justice and Policy en Laurentian University (Canadá) y en el Institute of Ethnology and Anthropology de la Cyril and Methodius University (Macedonia del Norte). Sus intereses de investigación se han centrado en el campo de la salud desde el trabajo social sanitario, la antropología médica y la sociología de la salud.
En particular, las líneas principales de trabajo han girado en torno al estudio de determinantes sociales de la salud y bienestar con poblaciones y contextos de vulnerabilidad social (población indígena canadiense con problemas de adicciones, mujeres que han sufrido violencia de género, jóvenes con conductas de riesgo y personas transexuales). Además, cuenta con experiencia internacional de trabajo de campo etnográfico en reservas indígenas y comunidades rurales en el noreste de Ontario, Canadá. Sus intereses de investigación actuales se centran principalmente sobre influencias socioculturales en salud mental y determinantes sociales en salud.
1.- ¿Qué fue lo que le atrajo del trabajo social para decidirse a comenzar por esta carrera su larga trayectoria profesional?
Empecé mi carrera universitaria en Filosofía, pero pronto me di cuenta de que me atraía más una comprensión de la sociedad humana y de los problemas sociales desde una perspectiva científica. Trabajo Social no solo permitía una comprensión científica de la realidad social, sino que también aspiraba a la transformación social de los problemas sociales, aplicando el enfoque científico en la intervención social y diseño de programas. Cuando finalicé mis estudios de Trabajo Social en la Universidad de Alicante, quise continuar formándome en investigación social y empecé mis estudios en la Licenciatura de Antropología Social en la Universidad de Granada. Posteriormente, durante mis estudios de doctorado en Antropología de la Salud, tuve la oportunidad de trabajar en investigaciones que tenían un componente aplicado a ciertos problemas sociales. La investigación social aplicada es lo que más me atrae y es lo que más puedo aportar a la profesión de trabajo social. Por otro lado, trabajar como antropólogo salubrista en la Escuela Andaluza de Salud Pública me hizo darme cuenta que Trabajo Social debería emular a la Salud Pública. En esta disciplina la investigación epidemiológica es fundamental para el diseño de intervenciones y programas en salud. Trabajo Social también debería basarse en investigaciones para el diseño de la intervención social y programas de bienestar social.
2.- Ha participado en equipos de investigación, concretamente en el Grupo Investigador de Ciencias Sociales Aplicadas, que cuenta con la participación de destacados nombres de la docencia en trabajo social en numerosos proyectos. ¿Cuál es la experiencia de investigar en equipo?
Aunque mi experiencia en equipos de investigación se remonta al año 2005, cuando empiezo a formar parte como investigador del grupo de investigación Estudios Socioculturales Aplicados en la Universidad de Granada, no es hasta que empiezo a trabajar en la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP) cuando veo el potencial de la investigación en un equipo multidisciplinar. Esa experiencia me permitió adquirir una perspectiva holística de los problemas y situaciones abordados. El equipo de investigación de la Universidad de Granada solo la formábamos antropólogos y antropólogas. Aquí, en la Universidad de Valladolid, está formada por investigadores e investigadoras de sociología y de trabajo social. Sin embargo, trabajar en un equipo multidisciplinar en la EASP me permitió trabajar en equipos de investigación formados por investigadores de estadística, epidemiología, psicología, sociología, trabajo social y comunicación audiovisual. Mi experiencia en equipos de investigación, fuera y dentro de la universidad, reafirma mi convicción en la necesidad de formar equipos multidisciplinares.
3.- ¿Cuál es el consejo que le daría a los actuales estudiantes que piensan, en un futuro próximo, desarrollar su investigación en el campo del trabajo social?
Sería el siguiente: cultivad la curiosidad, el pensamiento crítico y reflexivo. Recuerdo haber leído que la investigación es la sistematización de la curiosidad. El alumnado en la disciplina tiene que ser un rebelde intelectual, cuestionando lo que se da por sentado sin base empírica e incentivar la curiosidad por lo que no se sabe bien. La utilización de la investigación científica aplicada a la intervención, utilizando las técnicas propias del conocimiento y método científico, estimula la actitud cognitiva de la curiosidad y la base para desarrollar la metodología de intervención social. En mis clases trato de animar al estudiantado a pensar con lentes científicas. A veces lo consigo y otras no. Cuando lo consigo, vuelvo a creer que un profesional es un ciudadano informado por su conocimiento experto que trabaja para mejorar la sociedad en la que vive, aplicando el método científico. Me tomo muy en serio este tema porque que creo que el paradigma de la práctica basada en la evidencia (y la evidencia basada en la práctica) nos empuja a proporcionar evidencias rigurosas de la efectividad de las intervenciones sociales. La práctica en trabajo social, si se aleja de la evidencia científica, conduce a debilitar su papel y su contribución profesional en las ciencias sociales. Revertir esta situación es lo que pretende un grado como el que está cursando el alumnado, al promover la investigación en la práctica profesional.
4.- ¿En la actualidad en qué proyecto de investigación se halla inmerso?
Ahora mismo formo parte de un equipo de investigadores e investigadoras formado por profesorado de la Universidad de Valladolid, la University of Jyväskylä (Finlandia) y la Concordia University (Canadá). Estamos realizando un estudio para analizar la calidad de vida profesional y el estrés percibido de los trabajadores sociales ante el COVID-19 en España, Finlandia y Canadá. Además, en este estudio se tratará de validar un nuevo instrumento sobre angustia moral en trabajadores sociales elaborado por la Dra. Maija Mänttäri-van der Kuip y la Dra. Denise Michelle Brend. Por otro lado, acabo de empezar otro proyecto de investigación de la Universidad Autónoma de Madrid sobre pedagogía de la muerte. Es un proyecto a nivel nacional que pretende comprender cambios de actitudes respecto a la muerte y su afrontamiento en el ámbito social y escolar. Aquí, desde Valladolid, somos responsables de investigar la dimensión sociológica de la muerte.
5.- ¿Qué considera fortalezas y oportunidades del trabajo social y qué cree que son debilidades y amenazas en el momento actual?
Creo que su gran fortaleza es que tiene acceso directo a la población general y población con necesidades sociales no cubiertas. Por otro lado, este acceso directo a la población permite conocer mejor su realidad, su contexto (familia, entorno social, medio ambiente, etcétera) y la posibilidad de mantener una relación de confianza a lo largo del tiempo. Además, los profesionales son sensibles a las necesidades y demandas de la población. Por otro lado, los profesionales de trabajo social están integrados en equipos multidisciplinares en centros de servicios sociales y de salud. Considero que todos estos elementos que he señalado son fortalezas y oportunidades que permiten a la profesión realizar aportaciones al conocimiento de la sociedad, utilizando la investigación social y diagnóstica, como paso previo al diseño de intervenciones sociales y programas. Entre las debilidades, señalaría que sigue prevaleciendo el enfoque más asistencial que comunitario, donde prevalece la atención individual a la atención en el medio social y en los grupos sociales. Por otro lado, desde el inicio de la pandemia, la vuelta a la priorización de lo urgente, a la gestión de ayudas de urgencia, a la cobertura de necesidades básicas, está suponiendo una auténtica amenaza a un regreso al asistencialismo. Así lo corroboran los profesionales en un estudio que hemos realizado a nivel nacional sobre el impacto de la covid-19 en los profesionales de los Servicios Sociales en España. Los resultados se han publicado recientemente en la revista International Social Work.
6.- ¿Hasta qué punto cree que la sociedad valora y reconoce nuestro trabajo? ¿Cree que en realidad se nos percibe como agentes de cambio o todo se queda en gestores de meros trámites burocráticos?
Este fue uno de los temas que emergió del estudio que acabo de mencionar. Los profesionales lo tenían claro: había una falta de reconocimiento de la profesión por parte de la sociedad en general y de los políticos en específico. Aunque el trabajo social fue considerado como profesión esencial para afrontar las consecuencias sociales y económicas de la pandemia, no hubo una atención mediática en los medios de comunicación, a pesar de responder a la población vulnerable. Creo que los siguientes extractos de nuestro estudio reflejan cómo los profesionales perciben la imagen de la profesión, revelando que se está lejos de ser agentes de cambio para la sociedad, prevaleciendo la de meros gestores de recursos:
Seguimos siendo los parias del resto de administraciones. Somos la infantería/fuerzas de choque de la administración en general respecto a la interlocución con la ciudadanía. Ejercemos una representación que ni hemos pedido ni se nos ha dado la oportunidad de rechazar. (Profesional 62)
Me encuentro insatisfecha con el tipo de trabajadoras sociales en las que nos hemos convertido. No se nos cuida, no existimos, no se nos tienen en cuenta a nivel público ni político. (Profesional 273)
Hemos resistido, eso sí con heridas. La pandemia ha cumplido el efecto de la prueba del algodón, ha sacado a la luz las fortalezas y sobre todo las debilidades del sistema de servicios sociales. Se pide y se espera mucho de un sistema infradotado, tomado poco en serio por las autoridades políticas, con escasa legitimidad y que arrastra prejuicios del asistencialismo que impiden hacer valer los derechos que aparecen refrendados en el cuerpo legal. (Profesional 274)
7.- En general, ¿qué piensa de la poca importancia que se le concede a la investigación en trabajo social, cuando podría ser un motor de cambio de nuestra profesión?
Creo que hay que empezar a considerar la investigación como un ámbito que constituye una función básica, paralela a la labor asistencial, de todo profesional de trabajo social. En este sentido, es necesario poner en marcha actuaciones dirigidas a fortalecer la investigación en la práctica profesional. Se hace prioritario una estrategia liderada por la responsabilidad institucional, entre la que también debe incluirse la universidad como base para afianzar este cambio. Es preciso preparar a los futuros trabajadores y trabajadoras sociales, desde su entrada en la facultad primero y en la formación posterior de posgrado, a la investigación social aplicada. Una gran barrera para el desarrollo de la capacidad investigadora en trabajo social es la ausencia de una cultura de investigación social aplicada en bienestar social en nuestro país. Promover la investigación pasa por formar e incentivar a los futuros profesionales desde su formación de pregrado, posgrado y a lo largo de la carrera profesional. Es necesario que los futuros trabajadores sociales asimilen que investigación y práctica están intrínsecamente relacionadas, y que la mejora en el bienestar social de la ciudadanía va ligada a la realización de estudios de investigación. Esta situación no ocurre solo en trabajo social, sino que otras disciplinas como, por ejemplo, enfermería, pediatría, medicina comunitaria, etcétera, se encuentran con los mismos problemas para realizar investigación. La colaboración con la universidad a través de la creación de equipos de investigación, formados por profesionales de la práctica y profesionales académicos, podría resultar muy beneficiosa para superar las barreras profesionales como la falta de tiempo, la excesiva carga asistencial o la ausencia de recursos y estructuras de investigación.
8.- ¿Qué retos pendientes considera que tiene la profesión en términos generales?
Puesto que hablo en calidad de académico y no como profesional, señalaría que más valoración del currículum investigador en la carrera profesional. Nuestra sociedad, cada vez más, exige como demanda una transferencia del conocimiento científico y que los recursos sociales sean utilizados de la manera más eficiente. El conocimiento basado en la experiencia profesional es importante, pero es insuficiente para garantizar la calidad y la efectividad de una intervención. A través de la intervención basada en la evidencia se puede garantizar mejor la calidad de vida y bienestar de las poblaciones. La gestión basada en la evidencia comienza a percibirse como una necesidad, sobre todo desde la pandemia de la Covid-19. La profesión debe asumir el compromiso de transferir los resultados de la investigación existente a la práctica y ésta basarla en la mejor evidencia científica que esté disponible al profesional. Las personas usuarias de las intervenciones sociales y programas deben tener el derecho a ser tratados con la mejor evidencia posible.
ALFONSO MARQUINA DE CERCA
1.- Una frase que le defina…
Caminante, no hay camino, se hace camino al andar (Antonio Machado).
2.- ¿De qué se siente más orgulloso en la vida?
Renunciar a mi trabajo como investigador para cuidar de mi hija en los primeros años de su vida y que mi expareja continuara con su carrera profesional.
3.- Si no se hubiera dedicado a la docencia, ¿a qué le hubiera gustado dedicarse?
Me dedico a la docencia como coartada para dedicarme a lo que más me gusta: investigar. Si el sistema universitario lo permitiera, me pasaría todo el tiempo investigando…
4.- Idea de la felicidad.
Lograr la ataraxia, promovido por los filósofos de la Grecia clásica, el ideal de felicidad y tranquilidad que se alcanza liberándose de las preocupaciones emocionales y de la ansiedad.
5.- Un libro.
El balcón en invierno (2014) del escritor español Luis Landero.
6.- Una película.
Hoy empieza todo (1999) del cineasta francés Bertrand Tavernier.
7.- Un proyecto vital que le ilusione ahora mismo.
Viajar, seguir viajando de manera literal (a través de estancias en regiones y países) y de manera figurada (a través de la literatura y el cine).
8.- Un logro importante en su vida.
Pasar un año realizando trabajo de campo etnográfico en una reserva indígena canadiense en el norte remoto de la provincia de Ontario y traducir esa experiencia vital en la escritura de un libro académico.
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