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Consejo de Castilla y León

"El trabajo social es clave en el acompañamiento del paciente con ictus durante su ingreso y en el acceso a una rehabilitación funcional integral"

miércoles 26 de octubre de 2022 Raquel Villalón

La trabajadora social sanitaria del Hospital Clínico Universitario de Valladolid Verónica Olmedo nos habla sobre el ictus con motivo del Día del Daño Cerebral Adquirido, que se celebra el 26 de octubre

El 26 de octubre se celebra el Día del Daño Cerebral Adquirido. Con motivo de esta efeméride, la trabajadora social sanitaria del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, Verónica Olmedo, nos habla sobre el papel del trabajo social en la atención a personas que han sufrido un ictus.

El ictus es una enfermedad cerebral cuyas consecuencias no solo se reflejan en el aspecto físico, sino que también propicia numerosas necesidades sociales, y conduce a la aparición de discapacidad, dependencia o aislamiento social, entre otros problemas. Todo ello sumerge en el proceso a un amplio elenco de profesionales con conocimientos adecuados a la problemática tratada, entre ellos la figura del trabajador social especializado en este campo.

Es conveniente profundizar en el papel y las actuaciones de los trabajadores sociales que intervienen desde el ámbito hospitalario, en relación al daño cerebrovascular, con el fin de adquirir un mayor conocimiento sobre la importancia de esta figura profesional en la atención de este tipo de enfermedad.

1.- ¿Cuáles son las principales funciones del trabajador social ante un caso de una persona que ha sufrido un ictus?

En el caso del ictus, a diferencia de cualquier otra enfermedad que ocasiona una afectación física, el daño trasciende en muchas ocasiones al nivel de comprensión, expresión u orientación. El trabajador social especializado en este campo debe poseer conocimientos y habilidades para, desde la fase inicial de acogida, diferenciar entre los síndromes prodrómicos de la enfermedad y las características de su personalidad. Esto debe estar bien incorporado para garantizar un nivel de entendimiento y comprensión válido y realista en lo que la persona nos traslada, sabiendo que una de las herramientas fundamentales del trabajo social es la entrevista. Esta debe ser personalizada y realizada con unas características concretas, en base al discernimiento, comprensión, alteración, orientación que tenga la persona.

El trabajador social debe conocer las secuelas clínicas que produce el ictus porque las personas necesitan ayuda precisamente por ese motivo. En los 7 años que llevo atendiendo a más de 3.000 personas que sufren ictus, solo el 5% conocía la figura del trabajador social. Hasta el momento no habían tenido ninguna necesidad porque su día a día transcurría con normalidad, sin ningún déficit funcional que ocasionara problemas a otras esferas de su vida.

Desde el inicio se realiza una valoración minuciosa en todos los dominios afectados, adaptando la entrevista inicial y las posteriores a su daño cognitivo y estableciendo en el plan de intervención social objetivos realistas, asumibles por la persona. Además, el trabajo social es clave en el acompañamiento durante el ingreso y en el acceso a una rehabilitación funcional integral, ya que durante ese tiempo hay muchos obstáculos que superar. Tras la finalización del tratamiento, el profesional aborda también la rehabilitación social y laboral. En situaciones bien identificadas y definidas, se puede llegar a trabajar ambas rehabilitaciones simultáneamente.

Durante todo el proceso se trabaja también con la familia en torno a su preocupación por la nueva situación a la que se enfrenta, el nivel de conocimiento de esta nueva realidad, el cambio de roles, la dinámica familiar, etcétera, y se facilita asesoramiento sobre cómo abordar los cambios conductuales, las alteraciones del comportamiento e incluso sobre cómo posicionarse ante la depresión postictal. Trabajamos con la familia desde dos perspectivas: como sistema potenciador de la recuperación de la persona y como sistema que sufre y al que también hay que cuidar y proteger.

2.- ¿Qué número de personas que son ingresadas con ictus recurren a los servicios de trabajo social?

Actualmente, el trabajador social de neurología del hospital tiene conocimiento de todos los pacientes que ingresan por ictus para poder propiciar una atención centrada en la persona tras las secuelas producidas. Los pacientes han sufrido un episodio inesperado, imprevisible en latín ictus quiere decir ‘golpe’ y, aunque las secuelas clínicas puedan ser más o menos intensas, quieren orientaciones y pautas para asumir el suceso. Nosotros les orientamos también para rebajar su temor ante otro posible ictus.

En el análisis de cada situación concreta, hay personas con las que la intervención es más intensa y duradera en el tiempo; afortunadamente hay personas que se reponen bien durante el ingreso y la intervención se limita a pautas organizativas a nivel personal, familiar, a la incorporación de otros estilos de vida. La intervención puede durar años con aquellos que precisan una atención duradera en el tiempo, porque han perdido movilidad o la capacidad de discernimiento.

3.- ¿Tiene coordinación con otros profesionales?

La coordinación interna, con mi propio equipo, está presente desde el inicio; tengo que conocer desde el inicio el hemisferio afectado en el ictus, la extensión de esa afectación que es clave para saber qué capacidades ha perdido la persona, y qué daños son reversibles e irreversibles. Fuera del hospital nos coordinamos con centros de recuperación cuando es recuperable, con centros de larga estancia cuando la recuperación funcional integral se ve limitada, con centros de orientación laboral, con su centro de salud y centros de acción social. Continuamente también con el seguimiento desde la atención especializada de neurología para ir adaptando mi plan de intervención social a los dominios que va recuperando o si van empeorando.

4.- ¿Cuál es su papel en el equipo multidisciplinar? ¿Cuáles son los recursos que se utilizan con más frecuencia? ¿O los servicios a los que se derivan?

El papel del equipo multidisciplinar es imprescindible, ya que sin él no se puede ofrecer ni una atención integral ni una atención centrada en la persona. Un único profesional no puede tratar cada dominio afectado: el lenguaje será competencia del logopeda, la orientación será competencia de la neuropsicología, etcétera. En mi hospital somos pioneros y desde 2017 se organizan reuniones multidisciplinares de valoración y tratamiento conjunto durante el ingreso y la posthospitalizacion. El trabajo social coordina estos encuentros y levanta un acta donde queda bien reflejado cada dominio afectado y el tratamiento que precisaría al alta para una recuperación funcional que le permita recobrar su vida, mantener su trabajo, estar en su medio.

En mi tesis doctoral, ‘La rehabilitación integral post-ictus: factores sociales de acceso, recuperación a largo plazo y trabajo social neurológico’, viene minuciosamente detallado todo el proceso seguido durante 5 años con estos pacientes, recursos a los que se deriva y resultados de esta investigación.

5.- ¿Qué expectativas de futuro hay respecto al tratamiento de esta enfermedad para los próximos años?

En lo que a mí respecta, como trabajadora social que soy y muy comprometida con la justicia social y las desigualdades en la atención a personas que sufren ictus tras el alta hospitalaria, seguiré investigando y profundizando en los determinantes socioambientales presentes en las personas que no se recuperan por no recibir tratamiento especializado. En mi tesis doctoral mostré cómo el lugar de residencia había sido una variable directamente relacionada con que las personas no recibieran el tratamiento rehabilitador tras el alta. Es decir, es importante logar un acceso a estos tratamientos independientemente de la localidad de residencia.

Además, hay que seguir contribuyendo a construir modelos de trabajo social que se centren en una atención rehabilitadora psicosocial con la persona y su familia, utilizando técnicas para el empoderamiento, provocando y manteniendo la esperanza en la persona en su recuperación cuando es posible, y en su adaptación a su nueva forma de vida cuando el daño de las estructuras corporales es irreversible. Que la persona tenga y mantenga esa esperanza como elemento activador y potenciador de sus propios recursos para enfrentar un proceso inicialmente recuperador y un proceso reinsertador en la familia y sociedad.

ARTÍCULOS DE VERÓNICA OLMEDO

‘Repensando la intervención psicosocial con pacientes que sufren ictus’

‘Acompañamiento social a pacientes que sufren ictus desde su ingreso hospitalario’

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