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Consejo de Castilla y León

“Me preocupa la peligrosa deriva a la que nos podemos enfrentar como profesión al ser usados como herramientas”

lunes 19 de octubre de 2020 Raquel Villalón Maeso

El trabajador social Alejandro Rodríguez Robledillo, tras décadas de experiencia laboral, refleja los entresijos de la profesión en libros como De gallegos, tucanes y trabajadores sociales o Madrid 2043

Admirador de la serie ‘Doctor en Alaska’ y trabajador social por accidente, Alejandro Rodríguez Robledillo lleva décadas dedicándose al terreno de lo social. Ha experimentado en todos los campos de la profesión: menores, personas con enfermedades mentales, centros de acogida a refugiados, dependencia, igualdad… Incluso quiso hacer sus pinitos en el libre ejercicio de la profesión, creando su propia empresa.

Hace cinco años unió sus dos grandes pasiones, la lectura y el trabajo social, y el resultado lo descubrimos en su libro De gallegos, tucanes y trabajadores sociales. Desde entonces, ha escrito otras dos novelas en torno a la profesión, El libro negro de Philomeno y Madrid 2043.

1.- ¿Por qué decidiste estudiar trabajo social?

Durante el instituto había puesto en marcha algunos proyectos sociales que funcionaron muy bien y mi suegra me recomendó estudiar trabajo social. Me pareció una profesión llena de aventuras, así que me decidí.

2.- De no haber estudiado trabajo social, ¿qué otra carrera te hubiera gustado cursar?

No me hubiese gustado cursar ninguna, los procesos formativos se me hacen realmente insoportables. Pero en caso de haber podido escoger otra profesión, me encantaría haber sido biólogo marino; siempre me pregunto cómo sería mi vida buceando en el Caribe, observando nudibranquios en vez de estar viendo lo que veo.

3.- ¿Cuál es la experiencia más positiva que has vivido en el ejercicio de tu profesión?

Tengo la fortuna de haber tenido tantas y tan buenas que difícilmente una destacaría sobre el resto. Esas son muy livianas y se olvidan rápido.

4.- ¿Y la más negativa?

Cuando se me murió un bebé en brazos. Creo que ese último suspiro me dolerá toda la vida. Lo negativo se recuerda especialmente bien.

5.- Durante tus años de trayectoria profesional, y teniendo en cuenta los ámbitos en los que has trabajado, habrás visto muchas de tus metas conseguidas. ¿Cuál de ellas destacarías?

Principalmente las que se relacionan también con la literatura, pues creo que lo que más he aportado ha sido el haber hecho llegar la profesión a mucha gente que no la conocía.

Acaban de empezar los ensayos en teatro de mi última novela, Madrid 2043, una distopía sobre la profesión. Es un proyecto amparado por la Fundación ONCE que me hace realmente ilusión, porque noto que ya es la prueba definitiva de cómo puede llegar a interesar nuestro campo.

6.- ¿Cómo ves el papel del trabajo social en la realidad social actual como consecuencia de la pandemia originada por la COVID-19? ¿Qué fortalezas y debilidades destacarías dentro de nuestro sistema socio-sanitario en un momento como este?

A eso dediqué toda una novela, Madrid 2043. Lo cierto es que no me preocupa tanto la situación actual, si no la peligrosa deriva a la que nos podemos enfrentar como profesión al vernos ante herramientas que nunca hemos gestionado, pero, sobre todo, al ser usados como herramientas.

7.- ¿Qué te llevó a escribir el libro De gallegos, tucanes y trabajadores sociales? ¿Cómo ha resultado la experiencia?

Llevaba ya 18 años de ejercicio profesional y necesitaba contar las cosas que había vivido. Esa experiencia me cambió la vida, fue tal el éxito que nació toda una editorial al amparo de su ala.

8.- ¿Se puede vivir de esto? ¿Tienes planes de futuro como escritor?

De los libros es muy difícil comer, pero se puede merendar. Actualmente la colección sobre trabajo social reúne un total de cinco novelas o cuentos ilustrados de tres autores y espero pronto sumar más.

9.- ¿Recomendarías la experiencia a otras personas?

Claro que sí, incluso diría que no tiene por qué ser una experiencia literaria. El arte tiene mucho que hacer por nosotros, necesitamos ser cantados, interpretados, contados, danzados… Diría que hasta estaría muy bien que alguien del mundo de la moda se atreviese a diseñar una estética que permita que nos puedan dibujar, porque no hay forma de dibujar a un profesional del trabajo social.

10.- Si tuvieras que recomendar tu libro, ¿qué estrategia de marketing utilizarías?

No, nunca te recomendaría un libro mío. Mi estrategia es tan sencilla como dejar que sean otras personas las que me recomienden y me ha funcionado muy bien.

11.- Siendo escritor y trabajador social, tendrás mucho que contarnos. ¿Para ello, utilizas redes sociales o tienes, por ejemplo, un blog?

Yo nací de un blog. Ahí hice mis primeros pinitos como escritor y gané mis primeros concursos literarios, pero seamos realistas, un texto en blog no huele tan bien como uno impreso en papel. Ahora que ya pude superar esa fase, veo los blogs como una especie de incubadora llena de millones de personas escribiendo, en la que la inmensa mayoría de los embriones morirán sin haber llegado ni a tomar forma. Visto en perspectiva, me parece un auténtico purgatorio por el que muchos hemos pasado, por eso ahora que estoy tan cómodo en el papel, no pienso volver a ese sitio.

Lo que sí me gusta es Facebook; ahí sí escribo algunas cosas. Es fascinante cómo un pequeño texto de un autor tan modesto como yo puede llegar a más de medio millón. Ahora con el nuevo algoritmo es más difícil, pero no imposible, alcanzar esos impactos. Eso en un blog es impensable, o reservado a influencers de moda, raramente a uno literario. Eso es algo que enseguida aprecié de esa red social: con una pequeña muestra de escritura, una pequeña idea en forma de meme, llegas a personas que se interesan por tu obra, visitan tu web, lo cual te permite generar ventas muy efectivas, que esto es de lo que va el tema, de vender libros, no de subir egos. Por eso soy tan reticente a Instagram o Twitter, y especialmente a los blogs. Diría que sin Facebook no existiría, así de claro.

12.- Una reflexión personal sobre tu libro. Y sobre tu obra en general.

¡No! (risas). Eso sería poco creíble, como un padre explicando que su hijo es el más guapo. Prefiero que sean otros los que hablen de mi obra, algunos os dirán cosas buenas y otros, cosas malas, pero seguro que serán sinceros. Preguntadles a ellos.

PREGUNTAS PERSONALES

1.- El mejor recuerdo que guardas de tu época de estudiante.

No creas que idealizo mucho esa época; no por la gente, que era maravillosa, tanto profesores como compañeros, pero detesto estudiar, así que posiblemente mi mejor recuerdo fue cuando me dijeron que había terminado.

2.- ¿Qué ha aportado estudiar trabajo social a tu vida personal?

Que no me guste algo, no significa que no lo valore. Es una formación casi como renacentista, en la que sales sabiendo de todo: antropología, psicología, estadística, derecho, sociología y todo un largo etc. Esa visión orbital de las personas y los fenómenos sociales es como abrir una ventana al conocimiento, y más a mí, que solo me interesaba la biología. Solo puedo sentir lástima por esas otras facultades que conocí, dependientes de otras profesiones, en las que se pierde esa ‘órbita de conocimientos’ y se centran en dar horas a los profesores. “Yo lo que más estudié fue tal cosa, porque dependíamos de esa facultad” creo que es el mayor mal de la formación.

3.- ¿Qué libro estás leyendo actualmente?

Últimamente lo que más leo son manuscritos que me dejan autores en búsqueda de editorial. Cuando no, me gustan la ciencia ficción y las novelas ilustradas.

4.-. ¿Qué lema en la vida tiene Alejandro R. Robledillo?

“No dejes de hacer lo que te gusta”. Sin duda es ese. Soy de un hedonismo terrible, no soporto dejar de hacer lo que disfruto.

5.- ¿Qué cualidad admiras en una persona?

La conversación, dame un buen conversador y soy feliz.

6.- Tu mayor logro en la vida hasta el momento.

Podría decir lo típico: tengo una familia maravillosa, dos niños, una niña, y Menchu, mi compañera, es fabulosa. Una familia es siempre un gran logro, pero también tengo unos peces muy complicados, por tímidos y nerviosos, llamados pez disco. He conseguido no solo criar tres hijos, si no que he conseguido criar peces disco mientras esos tres pequeños energúmenos pegan gritos y aporrean el cristal. ¡Eso sí es un logro!

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