Entrevista a la Presidenta del COTS de Soria
El órgano colegial estrena sede y pretende visibilizar la ingente tarea que desempeña este colectivo profesional a todos los niveles. Su presidenta sostiene que cualquiera puede requerir la atención o el acompañamiento de un trabajador social
El Colegio Oficial de Trabajo Social de Soria estrenó sede, en la tercera planta de la Casa del Agricultor, a primeros de año. La presidenta de la entidad, Laura Lázaro, representa a los 145 profesionales colegiados en la provincia, a esos trabajadores, la mayoría mujeres, «vocacionales» que están al lado de los vulnerables, una definición que, erróneamente, suele vincularse con personas con dificultades económicas. No siempre es así. Las funciones que desempeñan los trabajadores sociales son innumerables y cualquier ciudadano puede requerir sus servicios en un momento puntual. Y luego están la protección infantil, la internacional, las crisis humanitarias, la pobreza, la violencia machista, la sexual, la drogodependencia… un sinfín de problemas sociales estructurales a los que Soria, aunque sea una provincia pequeña, no es ajena.
‘Construyendo juntos y juntas un nuevo mundo ecosocial, sin dejar a nadie atrás’ fue el lema del Día Mundial del Trabajo Social, celebrado el pasado 15 de marzo. Es hora de visibilizar la tarea callada de esta profesión, que ha jugado un papel fundamental durante la pandemia, menos conocido que el de otros colectivos. La visontina Laura Lázaro es presidenta desde julio de 2020 y ha desempeñado distintas funciones desde 2012 en Cruz Roja Soria (teleasistencia, programa de acogida de menores y centro penitenciario).
En la pandemia se ha hablado mucho de la encomiable tarea de los profesionales sanitarios. Sin embargo, estos dos años también han derivado en otras necesidades de carácter social y han agravado problemas existentes. ¿Cómo ha cambiado el trabajo social en este tiempo?
La mayor parte de los colectivos con los que trabajamos son vulnerables, así que en la pandemia se ha agravado su situación, en muchos casos. Cada trabajador y cada entidad ha visto de una manera u otra la necesidad del acompañamiento social de todas las personas, desde menores a mayores. Hemos ido a llevar medicinas y alimentos a los domicilios, acompañamientos al hospital cuando se ha podido… desde lo más básico a lo más complejo. Como siempre, también en la pandemia nuestro trabajo se ha desarrollado en la sombra cerca de los más vulnerables.
¿A qué cree que se debe que no se visibilice esta profesión?
Creo porque antes nos hemos dedicado a la caridad y a la beneficencia y porque la sociedad que está en peor posición no es lo más visible ni interesa que lo sea. Es una pena que una profesión con tanta solera sea tan invisible en el siglo XXI, no solo a nivel de organizaciones, sino que en el sector público desarrollamos una labor importante y necesaria. Ahora en las políticas de violencia de género se lucha por la figura del trabajador social en las primeras acogidas. Ya no se trata de caridad y beneficencia, sino que cualquiera, aunque viva en un contexto de clase media-alta, puede necesitar a un trabajador social. No tiene que ver con la capacidad económica del usuario. Un ejemplo claro es la violencia de género, la teleasistencia o la ayuda a domicilio. Se trata de prestación de servicios sociales y acompañamiento de profesionales. Estamos con todo tipo de colectivos, aunque siempre en la sombra.
Se necesitan más médicos en la sanidad pública, enfermeros, reforzar áreas como salud mental… sin embargo, no se pone de manifiesto, de igual forma, la urgencia de incorporar trabajadores sociales a la administración. En este sentido, ¿cuál es la situación de Soria?
Evidentemente, todo es mejorable. En el tercer sector siempre los recursos económicos son limitados y hacer frente a las cargas de trabajo que hay con el número de profesionales empleados pues no se corresponde. Igual que es necesario ir de la mano de un psicólogo, en muchos casos, un trabajador social lo es, incluso en empresas con un número importante de trabajadores debería ser esencial un trabajador social. Pero luego para hacer las gestiones para tener una silla de ruedas, que lo puede necesitar cualquiera, se recurre al trabajador social, o para buscar una plaza en una residencia…
¿Y cuál es el porcentaje de trabajadores sociales en el sector público en Soria?
Pues no lo sé. Pero en un hospital tienes solo un trabajador social con el volumen de personas que se mueven… o en un centro de salud. Es mejorable la incorporación de los trabajadores sociales en el sector público, desde luego. Y hay que tener en cuenta también las condiciones laborales, como la continuidad de los contratos en el Ayuntamiento de Soria, por ejemplo, cuando el volumen de trabajo no es algo temporal.
¿Hay mucha precariedad?
Sí, a todos los niveles, en el sector público y en el privado. Por eso queremos impulsar la colegiación porque creemos que es un respaldo. Se escucha hablar del Colegio de Médicos, de Farmacéuticos… y a nosotros nos preguntan, ¿qué hacéis ahí? Esto nos avala como profesión y también a los usuarios. Desde el Consejo General de Trabajo Social se está luchando por que se nos reconozca como personal esencial, como hemos demostrado en la pandemia. Hemos estado al pie del cañón y reconocimiento, cero.
¿Cuántos colegiados hay en Soria?
La colegiación es obligatoria, da igual que trabajes en el tercer sector, que en una empresa privada o en el sector público. Actualmente, en Soria tenemos 145 colegiados, lo que no quiere decir que todos los que estén ejerciendo estén colegiados. De unos años a esta parte, ha habido un crecimiento en las entidades del tercer sector y, afortunadamente, aportan bastantes colegiados. Pero hay profesionales que trabajan en el sector público que consideran que no tienen que estar colegiados y no es así.
Hablamos del sector público, están los Centros de Acción Social (Ceas), por ejemplo, con un labor destacada en el medio rural. Pero ¿hay una carencia notable de trabajadores sociales en otras áreas?
En el sistema sanitario, desconozco si se está luchando por ello, pero evidentemente cuantos más usuarios hay en una institución, como en un hospital o en una residencia, el trabajo social es mayor. Esta profesión es vocacional y jugamos mucho con el voluntariado. El abanico es supergrande que permite que carguemos a la mochila un montón de cosas. Si estás solo en un hospital, el trabajo tiene que salir adelante, de un forma u otra. Con más profesionales, la calidad, mejora, claro.
Es una profesión vocacional y femenina…
Históricamente, los cuidados siempre han estado relacionados con las mujeres. Nos pese o no, es una realidad. De los 145 colegiados que tenemos en Soria, un 10% son hombres. Pasa en enfermería o en otros sectores, que va creciendo la presencia masculina, poco a poco.
Dada la realidad demográfica de Soria, con una población envejecida y, por tanto, con la necesidad de contar con más trabajadores sociales ligados a la dependencia, ¿cree que tendría aceptación el grado universitario de Trabajo Social?
Estaría fenomenal, sería fantástico que pudiéramos tener estos estudios universitarios en Soria. Ahora con la protección internacional también hay otro yacimiento de empleo y entidades como Apip-Acam o Cepaim se han instalado en Soria o Cruz Roja ha tenido que aumentar su equipo. Si echo la vista diez años atrás, ahora hay pocos profesionales que estén en paro.
¿Cómo es la coordinación entre las entidades del tercer sector?
Por lo que a mí me ha tocado, las compañeras nos conocemos y vas tirando de contactos, más allá de la coordinación por los cauces reglamentarios y oficiales, por ejemplo, cuando usuarios pasan del Ayuntamiento a otras entidades como Cruz Roja o Protección a la Infancia en Servicios Sociales. En materia de coordinación, trabajar en un sitio pequeño es positivo, porque nos permite una relación más fluida. En la Junta de Gobierno cada una somos de una entidad diferente y trabajamos con colectivos distintos, lo que nos permite ayudarnos.
¿Hay un exceso de burocracia en todo lo que concierne a los servicios sociales?
Hay una parte importante de nuestro trabajo que siempre se tiene que quedar plasmada. Tenemos un documento muy importante que es el informe social que, a todos los niveles, recoge todo lo que se hace con un usuario. Por ejemplo, en Cruz Roja también contamos con una aplicación de intervención. Por una parte, dedicas mucho tiempo y, por otra parte, avalas que todo lo que se está haciendo tiene un control y transparencia, lo que permite dar tranquilidad y seguridad al usuario.
¿Existe la creencia errónea de que Soria, al ser un sitio pequeño y formar parte de la España Vaciada, no tiene los mismos problemas sociales que en las grandes ciudades?
Tenemos de todo, pero en menor proporción. E incluso situaciones que no se dan en ciudades grandes sí pasan aquí, como el acceso a determinados servicios en el medio rural. Los servicios sociales en Soria son de calidad, la cercanía y no tener un gran volumen de usuarios permite tener un conocimiento en profundidad de la casuística. En los pueblos se conoce al usuario, a su familia y a su entorno, lo que te permite saber mejor de su realidad social.
Cuando nos animamos a entrar en la Junta de Gobierno del Colegio fue por mantenerlo, porque incluso se planteó su cierre. Había que apostar por ello, aunque el covid ha limitado nuestra actividad, había que dinamizar al colectivo e impulsar esa ‘marea naranja’ en Soria.
Menciona que se conoce bien la casuística de los usuarios, ¿puede establecerse un perfil de las personas que más atienden los trabajadores sociales en la provincia de Soria?
El perfil es infinito… Si hablas con las compañeras de dependencia, te dirán que son mayores o lo mismo en ayuda a domicilio; en infancia, el perfil es otro; en protección internacional, inmigrantes… En general, atendemos a todos los colectivos. Evidentemente, es mucha la atención a las personas mayores, pero a veces tiras del hilo y te encuentras a un nieto en situación de desprotección o violencia de género en la pareja… y, al final, es un trabajo muy transversal.
¿De qué servicios sociales adolece Soria?
Tenemos un poco de todo para la población que tenemos. Como decía, todo es mejorable, seguro, y si mejoráramos en número de profesionales llegaríamos a más lugares y el servicio sería de mayor calidad.
La semana pasada, El Día de Soria publicó un reportaje sobre la soledad no deseada, que en el caso de los mayores ha crecido un 28% desde 2015. ¿Hay recursos suficientes para atender esta situación?
Hay muchas personas mayores en esta situación y los recursos son los que son. Es importante detectar las necesidades, sobre todo, en pueblos pequeños, en los que cuesta más pedir ayuda.
Cuando celebramos el Día Mundial del Trabajo Social presentamos un cortometraje en el que uno de los protagonistas decía: creía que esto no me podía pasar a mí. Era alguien que vivía en una situación acomodada y con el ‘boom’ inmobiliario se vio en un situación en la que requirió ayuda de un trabajador social. Hay personas que no conocen cuál es nuestra función y no piden ayuda. Y también es como el que necesita un psicológico y no recurre a él. A veces, socialmente, está mal visto el acompañamiento. Tenemos que difundir qué hacemos.
¿Sigue siendo tabú recurrir a los servicios sociales?
Sí, a veces pasa, aunque ya se nos ve cómo más necesarios. Antes se estigmatizaba más al que necesitaba de la ayuda de otros para superar una situación personal. La pandemia ha dado un golpe en la mesa y nos ha hecho ver que lo que tenemos se puede esfumar… o el conflicto en Ucrania.
Tras años de lucha contra la violencia machista, en la que la función callada de los trabajadores sociales ha sido fundamental, ahora el nuevo escenario político de Castilla y León pone sobre la mesa otros términos, como violencia intrafamiliar. ¿Cómo pueden influir, a su juicio, esos giros?
Desde el Consejo General trabajan por el reconocimiento de la figura del trabajador social en los juzgados y en la primera acogida de las víctimas de violencia de género. Un funcionario ha podido sacar su plaza, pero no está especializado en ello. Y ya es bastante difícil lo que ha sufrido la víctima para que se enfrente a una persona que no conoce esa realidad o los recursos a los que pueda acceder.
Pero introducir otros términos para desdibujar lo que ya está reconocido desde hace tanto tiempo, como es la violencia machista, ¿puede ir en detrimento de lo que se ha conseguido hasta el momento?
A nivel estatal, el Consejo General está valorando todo esto, cómo puede afectar en lo conseguido.
Entre los jóvenes se detectan conductas machistas que recuerdan a otras épocas y da la sensación de que no se ha avanzado tanto en igualdad. ¿Es necesario insistir en la pedagogía y contar para ello con los trabajadores sociales?
Los trabajadores sociales podemos estar en la educación en los centros. En todo lo que sea ayudar a sensibilizar y dar a conocer todas las realidades, podemos estar. Con las tecnologías está todo al alcance de todos y de inmediato, y estamos criando a nuestros jóvenes en el aquí y el ahora. Todo esto inquieta bastante. Tienen acceso a todo, a lo bueno y a lo malo.
¿Se ha detectado un incremento de la violencia juvenil en Soria?
No lo sé. Quizás las compañeras que trabajan en estos ámbitos pueden saber más sobre esto.
Soria ha registrado ya medio centenar de protecciones temporales de desplazados ucranianos por la guerra, según los datos difundidos por el Ministerio del Interior. ¿Qué labor están desarrollando los trabajadores sociales en esta crisis?
Por lo que me han comentado hay algunas entidades que han firmado convenios de colaboración para atender a estos refugiados, además de los alojamientos que ponen a disposición el Ayuntamiento de Soria y las entidades del tercer sector. El procedimiento es el mismo que se ha seguido con ciudadanos de otras zonas de conflicto, siempre estamos ahí. El aumento de entidades del tercer sector también ha estado ligado a cubrir esta necesidad. Desgraciadamente, existen los conflictos armados y es necesaria esa protección internacional. Ahora le toca a Ucrania, pero quién sabe lo que puede pasar.
Hace unas semanas se anunció la construcción de un Centro de Acogida al Refugiado (CAR) en Soria. ¿Qué opina de este proyecto?
Todo lo que sea para ayudar a las personas está bien, porque cualquiera puede verse en una situación de desprotección, a todos los niveles. Pero por lo que he podido ver es algo que se ha presentado como un hecho sin valorar cómo afecta a la población soriana. No sé cuándo se ejecutará.
¿Entiende las reticencias mostradas por algunos vecinos o de partidos políticos?
El desconocimiento genera incertidumbre, por eso entiendo esa inquietud porque no se ha contado con quienes les afecta directamente.
Soria ‘ha estrenado’ centro penitenciario y, al parecer, está previsto abrir a corto plazo nuevos módulos. ¿Considera necesario implementar la participación de los trabajadores sociales en la prisión?
Por supuesto. Un centro penitenciario es un recurso de reinserción y rehabilitación. Olvidamos que los internos van a salir en libertad y nos va a afectar de una u otra forma. Si hay pocos recursos y las necesidades son muy grandes… Los reclusos son un colectivo con mucho estigma. En la cárcel he estado trabajando con drogodependientes, es difícil, pero es reconfortante porque ves que esas personas creen que tienen una oportunidad. Es fundamental nuestro trabajo en los centros penitenciarios.
Habla de drogodependientes en la prisión, pero en Soria, ¿cuál es la cobertura que se presta a las personas que sufren estas adicciones?
Tenemos el Centro de Atención al Drogodependiente (CAD), gestionado por Cruz Roja. Hay gente que se sorprende y te pregunta: ¿En Soria hay drogodependientes? o ¿hay pisos con menores? En Soria, en un lugar de la España Vaciada, además de las personas mayores, hay problemas sociales de todo tipo. Pero en un sitio pequeño como Soria pesa ‘el qué dirán’. Si no fuera por esto, quizás se pediría más ayuda. Nuestra profesión es vocacional, te dejas las piel, las tripas… Creemos en lo que hacemos.
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