Donatella Della Porta: “Los trabajadores sociales, con vuestras protestas, acabaréis forzando al Gobierno a negociar un cambio”
Socióloga, politóloga, experta en movimientos sociales, Donatella Della Porta (Catania, 1956), inauguró ayer el XII Congreso Estatal del Trabajo Social con su ponencia marco ‘Neoliberalismo amoral y protestas morales: movimientos sociales en tiempos de crisis’. Profesora del Instituto Italiano di Science Umane y del European University Institute, ayer, justo antes de comenzar su ponencia, la Universidad de Lausanne (Suiza) le comunicó que la acaba de nombrar Honoris Causa.
¿Cuáles son los ejes de su intervención?
Comparo la crisis actual con algunos momentos históricos, en los cuales se desarrollaron políticas e ideologías similares a las de ahora. En particular, lo comparo con el primer desarrollo del liberalismo. Observando las mismas fechas, bajo las políticas hay siempre una ideología, muy cínica, que es especialmente un ataque a la protección social típica de las democracias del Estado de Bienestar.
También analizo las formas en las que se han desarrollado los movimientos sociales durante la crisis del neoliberalismo y observo el tipo de propuestas que se han hecho para superar la crisis, retrocediendo en los conceptos de Estado de Bienestar, en derechos ciudadanos y en la revisión del concepto de democracia en sí mismo. Analizo los diferentes tipos de protesta, desde las acampadas como la de Sol, hasta las huelgas y las protestas en la calle.
Finalmente, destaco cómo el trabajo social y los trabajadores sociales participan en esta oleada de protestas. La importancia del bienestar es el reclamo de esta protesta, pero también el espacio para desarrollar visiones alternativas. Mientras por parte del Estado venden la protección social como una comodidad, los movimientos sociales reaccionan promoviendo la visión de lo común, en la cual los ciudadanos participan en el desarrollo de la protección social. Los movimientos sociales claman por la intervención del Estado y piden políticas participativas, en las cuales el bienestar no es dominio de expertos o del Estado, sino de los ciudadanos.
¿Cómo influye el liberalismo en las políticas sociales?
Las políticas sociales, especialmente desde la década de 1990, son consideradas menos y menos importantes. La idea que fomenta el liberalismo es que el Estado no debe intervenir en el mercado, que este es capaz de regularse y crear riqueza por sí mismo. Siguiendo estas lógica, la intervención del Estado, también en política social, alteraría las dinámicas del mercado. Los efectos de esta idea son recortes muy importantes en los presupuestos, la privatización de muchos servicios. Se centra la atención en los mercados, no en la protección de los ciudadanos. Varios estudios muestran la evidencia científica de esta correlación.
¿Podemos parar esta tendencia?
Está creciendo el número de expertos que empieza a ser consciente de que las políticas de austeridad que se han utilizado desde 2008 para hacer frente a la crisis producen más pobreza que desarrollo. Esta es una crisis de falta de inversión, pero se ha dirigido como si fuera una crisis de inflexión, de un exceso de demandas. El problema es que implementar las políticas sociales y obtener sus beneficios, en cierto modo roba poder. Ante esa situación, los movimientos sociales parecen fuertes influenciando a la opinión pública. Una de las fuerzas de los indignados es q por primera vez en la historia, los movimientos sociales tuvieron apoyo y simpatía de gran parte de la población. Los políticos necesitan votos pero al mismo tiempo, no parecen abiertos a escuchar las demandas de los ciudadanos. Por eso, los movimientos sociales pueden ser capaces de tener impacto en las políticas, de encontrar una vía para dirigirse a quienes hacen política. Es una tarea difícil. Pero de la capacidad de estos movimientos para ganar apoyos depende que se construya un puente que conecte a las instituciones con la sociedad.
Según el título de su ponencia, ¿qué hace morales a los movimientos sociales y amorales a las políticas neoliberales?
Karl Polanyi, sociólogo que estudió el desarrollo del capitalismo, habla de dos movimientos en el capitalismo. Uno es el de los mercados libres y el otro es el que mitiga el impacto del mercado libre en la protección social. Por tanto, hay un tipo de capitalismo que llegó con el Estado de Bienestar, que está orientado a los beneficios pero con un compromiso. Este tipo de capitalismo se basa en el acuerdo de que para mejorar los beneficios, se deben mejorar las condiciones de la gente, porque necesitas consumidores. El neoliberalismo renunció a este tipo de compromiso y en cambio desarrolló la idea que ahora denuncian los movimientos sociales de que el 1% de la población, políticos y hombres de negocio, tiene el poder. En la década de 1970 y hasta la de 1980, dos tercios de la población disfrutaban del Estado de Bienestar y uno estaba excluido. Pero en las últimas décadas nos hemos dirigido al fin de la clase media.
¿Es muy tarde para revertir esta tendencia?
No creo que sea muy tarde. La crisis ha derivado de una crisis económica a una de legitimidad. Yo la llamo de falta de responsabilidad. Durante mucho tiempo, los estados renunciaron a su propio poder y dejaron de contestar a los reclamos de los ciudadanos. Los movimientos que se han desarrollado desde 2011 están protestando con mucha fuerza. Creo que están creciendo con mucha fuerza, de forma diferente de los movimientos del pasado, que no estaban conectados por redes incluso a nivel transnacional. Creo que se ha dado un paso importante. El año que viene, con las elecciones en la Unión Europea, se crearán más interacciones entre movimientos de diferentes países. Los movimientos representan un punto de cambio, quizás aún no en las políticas de los gobiernos, pero sí en el control de los estados. La gente se ha unido para protestar y no creo que este tipo de protesta se pueda parar con represión. Creo que los trabajadores sociales, como los movimientos que defienden lo público, con vuestras protestas, acabaréis forzando al Gobierno a negociar.
¿Protestamos lo suficiente?
En España sois bastante buenos protestando. Hace un tiempo, escribí un artículo sobre por qué los italianos no protestaban lo suficiente. Hay países como España, Grecia y cada vez más Portugal, donde el nivel de la crisis es muy alto. Es donde ha habido reacciones fuertes, en la opinión publica y a través de la protesta. El problema es que si comparamos estos movimientos con los movimientos de 2001, la protesta hoy es heterogénea, muy fuerte en algunos países y débil en otros. Por ejemplo, en Alemania, hay percepciones de crecimiento económico, hay algunas protestas en el sector público, pero muy limitadas. Allí el país va bien económicamente. Pero en otros países como Italia, Francia o Inglaterra, la protesta llega con retraso. Empieza ahora pero aún no tiene suficiente fuerza. Espero que crezca con las percepciones de que se necesita una alternativa y que esta es posible. Incluso sin llegar a una utopía revolucionaria, podemos decir que la corriente económica dominante en el pasado muestra que hay soluciones para crisis como esta. Cuando la demanda baja, el Estado debe invertir, no es verdad que no pueda hacerlo. Solo necesita trabajar en diferentes tipos de instrumentos económicos. Es cierto que una de las debilidades de esta crisis para países como Italia, Portugal, España o Grecia es que están en una misma comunidad monetaria y pueden cambiar los tipos de cambio para dirigir la economía, pero creo que hay instrumentos suficientes en la economía que dominaba hasta ahora para ser usados. El problema es que desde 2008 no están invirtiendo en riqueza, sino que se está tomando esta crisis como una crisis de inflexión. Esto es muy problemático porque están empeorando los efectos de la crisis en lugar de solucionarla.
Europa, que ha sido modelo mundial del Estado de Bienestar, ¿cómo queda ahora? ¿Cuál es su papel?
Existe la sensación de que los ciudadanos ya no confían en en la Unión Europea. Eso también muestra que se ha extendido un debate moral. La UE se justifica a sí misma como un modelo diferente del de EEUU: solidaridad, capitalismo donde la riqueza puede proveer protección social, con crecimiento… Son las promesas principales y la base de legitimidad de la UE. Eso permitió a sus instituciones que por mucho tiempo, estuvieran ajenas a la crisis de representatividad de las instituciones de sus países miembros. Pero esta legitimidad ya no funciona. En parte, porque Estados Unidos, con Obama, han hecho frente a parte de la crisis con inversiones.
En cambio, la UE que se ha desarrollado en los últimos 10 años ha orientado sus políticas a controlar la inflación, a reducir los gastos de los Estados miembros. Esto es extremadamente inefectivo en una situación en que en muchos países de la UE, el desempleo de los jóvenes es del 50%. Luchar contra eso es algo a lo que Europa no quiere ni puede hacer frente y está produciendo desencanto. Como eso se extiende, es difícil pensar en una UE que haga frente al desempleo sin invertir.
También hay que tener en cuenta que la UE es una institución extraña. Pretende ser federalista, en la función del parlamento y las comisiones, pero como no tiene poder para crear y recaudar impuestos, no tiene el dinero en invertir en crecimiento económico. Lo que hace la UE es constreñir con fuerza la capacidad económica de los países, como España, Grecia y Portugal para invertir en riqueza, lo que es una de sus mayores contradicciones. Si esto no cambia, la integración europea retrocederá. La esperanza en el rol de la UE es que esta crisis contribuye a politizarla y por primera vez hay candidatos como el líder del partido de izquierdas griego Syriza que aspira a presidir la Comisión Europea. Esta politización permite que los reclamos sociales lleguen a la UE.
Comentarios
Aún no hay comentarios