“La pobreza tiene cara de mujer de entre 35 y 50 años y con cargas familiares”
Noticia publicada en la web del programa sobre la intervención de la presidenta del CGTS, Ana Lima, en el programa “Los Olvidados de la Recuperación”, el 5 de octubre.
La presidenta del Consejo General de Trabajo Social, Ana Lima, cree que la crisis está golpeando duramente a la clase media de nuestro país: “Nos encontramos con personas que piden ayuda y se plantean el dilema de pagar la hipoteca o comer”. No obstante, según Lima, la pobreza sigue teniendo “cara de mujer de entre 35 y 50 años y con cargas familiares”. En este contexto, tiene claro que debe ser la Administración Pública la responsable de los Servicios Sociales: “La labor del tercer sector sería complementaria, pero nunca debe sustituir al Estado”.
El Consejo General de Trabajo Social agrupa a unos 40.000 trabajadores sociales, que ven día a día como una crisis que ya dura demasiado sigue golpeando a la clase media. Del aumento de la demanda en los Servicios Sociales, aproximadamente la mitad corresponde a dicha clase media. En cuanto al perfil del demandante, Ana Lima cree que “la pobreza tiene cara de mujer, con unos 35 a 50 años que tiene cargas familiares; es decir, donde hay menores a su cargo, que estarán en situación de pobreza, con una media de ingresos de unos 300 a 500 euros”.
Muchas de las situaciones de necesidad tienen que ver con el desempleo y las hipotecas, son víctimas de la burbuja inmobiliaria: “Nos encontramos con que hay personas que vienen a Servicios Sociales y se plantean el dilema de pagar la hipoteca o comer”. Lima nos desvela que esas personas pueden no tener acceso a los recursos, “porque tienen unos ingresos, pero son para la vivienda”.
Para los trabajadores sociales, es importante que sea el Estado el encargado de garantizar un sistema público de Servicios Sociales, e incluso, proponen “una reforma constitucional para que se reconozcan los Servicios Sociales como un derecho fundamental”. En definitiva, según Ana Lima, “la labor del tercer sector debe ser complementaria, nunca debe sustituir al Estado”, porque lo contrario sería volver a “un estado de beneficencia muy anterior a los años 70”.
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