13.000 personas en Zamora viven con menos de 322 euros al mes
Las familias en situación de pobreza severa han crecido al mismo ritmo que el desempleo. Las personas con menor nivel de estudios, las más cercanas a una posible exclusión social
Muchos de estos zamoranos estarían en una situación de pobreza severa. Según las consideraciones el Instituto Nacional de Estadística, puede asegurarse que una persona se encuentra esta situación cuando no puede permitirse al menos cuatro conceptos de una lista de nueve. Para el INE, estarían en este escenario personas que no pueden permitirse ir de vacaciones al menos una semana al año, una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días, mantener la vivienda con una temperatura adecuada, las que no tienen capacidad para afrontar gastos imprevistos de 650 euros, quienes han tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal, y los que no tienen coche, teléfono, televisor o lavadora. Es fácil pensar que cuatro de estos “requisitos” se cumplen sobradamente con unos ingresos tan reducidos como los 322 analizados.
Como norma general, los últimos años se están caracterizando por un paulatino empobrecimiento de la sociedad. Los bajos salarios, los subsidios por desempleo agotados o las rentas de reinserción a las que se agarran familias enteras han hecho hincapié en este fenómeno.
Buena parte de las personas que un nivel de ingresos tan bajo en ocasiones nulo se ven obligadas a acudir a las asociaciones sin ánimo de lucro. Cáritas, por ejemplo, avanzó a finales del año pasado que la cifra de personas atendidas se situaría en el entorno de las 20.000. En montante total se distribuye entre varios servicios como residencias, centros de acogida o comedores. Una labor similar llevan a cabo otras organizaciones en la provincia de Zamora, que ven con “preocupación” como la cifra de personas atendidas no acaba de empezar a descender. Desde Cáritas aseguraron que la situación de falta de empleo ha provocado un aumento de la desigualdad en la provincia. El perfil habitual se ha estabilizado en las personas de 30 a 50 años que han perdido su empleo.
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