DÍA INTERNACIONAL PARA LA ERRADICACIÓN DE LA POBREZA
Hoy, 17 de octubre, se celebra el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, con el reto de alcanzar el primer Objetivo de Desarrollo Sostenible, que es nada menos que “poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todo el mundo”
En España, el número de personas en exclusión social es de 12,7 millones, 240.000 más que el año anterior, es decir, el 18,4% de la población. La tasa de riesgo de pobreza y exclusión afecta a un 34,3 % de los niños y niñas en España.
La exclusión social en España es un fenómeno de carácter estructural en el que inciden factores como la precariedad laboral, que ha llevado a un aumento del porcentaje de trabajadores pobres y excluidos activos: el 20% de la población que está trabajando se encuentra en situación de exclusión social; o la dificultad del acceso a la vivienda: en los últimos dos años el alquiler ha subido un 30%. Dos millones de personas viven con la incertidumbre de quedarse sin vivienda. El 48,7% de la población española reporta dificultades para llegar a fin de mes, y el 22,5% vive al límite de sus posibilidades.
La pobreza y la exclusión social afectan especialmente a las personas jóvenes, a los hogares con menores y a los monoparentales. El 21% de todos los hogares con menores se encuentran en exclusión social. Todo ello con el agravante de la cronificación de la pobreza: los jóvenes en hogares excluidos tienen mayor probabilidad de crear hogares excluidos.
Además, destacamos la desigualdad de género en términos de pobreza, ya que el 27,5% de las mujeres se encuentra en riesgo de pobreza frente al 25,5% de los hombres.
La pobreza tiene muchas caras, algunas visibles y otras más difíciles de detectar, pero todas están conectadas. Este año se resalta una de las facetas menos visibles: el “maltrato social e institucional” que padecen quienes viven en la pobreza.
Las personas en situación de pobreza enfrentan actitudes hostiles, siendo estigmatizadas, discriminadas y juzgadas por aspectos como su apariencia, su manera de hablar o incluso por la falta de palabras. A menudo, se les culpa de su situación y se les falta al respeto.
Este maltrato social también genera un maltrato institucional, con políticas y prácticas discriminatorias que les niegan derechos esenciales como la atención médica, la educación, la vivienda, o el acceso a una identidad legal. Ambas formas de violencia se retroalimentan, perpetuando la injusticia.
La situación se agrava aún más para quienes ya sufren otros tipos de discriminación, como por género, orientación sexual, raza o etnia.
Entender la pobreza significa también reconocer cómo estas distintas formas de violencia se entrelazan, afectando profundamente a quienes la padecen. Vivir diariamente con esta deshumanización y maltrato mina la autoestima, destruye la autonomía personal y priva de la dignidad. En definitiva, este maltrato representa una gran pérdida de potencial humano para la sociedad.
Comentarios
Aún no hay comentarios