«Acribillaron a los enfermos en sus camas»
La cooperante Laura Delgado cuenta su experiencia en Sudán del Sur, Irak y Yemen. «La actitud de las autoridades españolas hacia los refugiados es una vergüenza».
MSF muestra la realidad de quienes huyen de la guerra en una exposición que puede verse hasta el domingo en Murcia.
A la cooperante cartagenera Laura Delgado se le ha quedado grabada la sonrisa de Abraham, el supervisor de los trabajadores comunitarios del campo de refugiados de Malakal, la capital de Sudán del Sur. Lo conoció en 2014, en su primera misión a este país devastado por la guerra, y coincidió de nuevo con él en diciembre pasado, cuando regresó para reforzar al equipo con el que Médicos sin Fronteras (MSF) trata de hacer frente a una emergencia humanitaria de enormes dimensiones, pero de la que apenas se oye hablar en occidente.
«Abraham se acordaba de mi nombre, me reconoció enseguida», recuerda Laura. Pero Abraham ya nunca será más que ese recuerdo, porque el pasado 17 de febrero fue acribillado a balazos por soldados del ejército sudanés que, con total impunidad, entraron en el campo, pese a estar bajo protección de la ONU, para dar un escarmiento a la etnia rival ‘Nuer’, con la que el Gobierno se enfrenta en la guerra.
20 personas, entre ellas varios bebés, murieron en aquel ataque. No ha sido el único. «En el hospital de Malakal, los milicianos mataron a los enfermos en sus camas», cuenta Laura Delgado, y su relato suena irreal en la plaza de la Universidad de Murcia, ahogado por la charla animada de los universitarios que entre clase y clase llenan las terrazas. Médicos sin Fronteras ha instalado en las puertas del campus de La Merced una exposición con la que intenta acercar el drama de los refugiados. La muestra forma parte de la campaña ‘Seguir con vida’, y estará abierta hasta el domingo. Quien venga hasta aquí podrá casi tocar con la mano, gracias a unas gafas de realidad virtual, a los sirios que se agolpan desesperadamente en las fronteras de Europa, y también a los sudaneses que malviven en el olvido.
La de Sudán del Sur ha sido una de las experiencias más duras de todas las que ha vivido y no han sido pocas Laura Delgado, curtida psicóloga de MSF que lleva cinco años trabajando en proyectos de atención humanitaria. En el campo de Malakal se hacinan 47.000 personas. «El número de refugiados ha ido creciendo de una forma tan espectacular que las infraestructuras son completamente insuficientes. Cuando estuve había una letrina por cada 70 personas». A estas condiciones se une la violencia gratuita, con violaciones sistemáticas cada vez que las mujeres se atreven a poner un pie fuera del recinto para buscar leña con la que cocinar.
La violencia también es indiscriminada e ilimitada en Yemen, que se desangra por la guerra civil y el terrorismo yihadista. La psicóloga cartagenera ha estado allí dos veces. La última, el año pasado, entre los meses de septiembre y noviembre. En Saná, la capital, vivió bombardeos diarios, refugiada en el sótano del recinto de MSF. El campo solo lo abandonaba una vez a la semana para ir a comprar al supermercado. La amenaza de secuestro es muy real en Saná.
Laura no ha estado en Siria ni en los campamentos donde ahora se hacinan los refugiados que huyen de ese país, pero sí estuvo destinada en el sur de Irak, y allí escuchó las historias terribles de quienes escapaban de las garras del autodenominado Estado Islámico (Daesh), que ha ocupado amplias zonas del territorio iraquí. Cuando los yihadistas llegan a un pueblo, «la gente huye con lo puesto, caminando durante días por las montañas». Quienes se quedan se arriesgan a la muerte o a la tortura. «Les ponen una pistola en la cabeza y les dicen: o nos das a tu mujer o te matamos».
Como psicóloga experta en traumas, Laura Delgado ha terminado comprendiendo que los horrores de una guerra se repiten en la siguiente. Pero lo que más le duele es la insolidaridad, ver cómo Europa han cerrado la puerta con candado. El ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, anunció ayer, como un logro, que España acogerá en las próximas semanas a 87 refugiados, cuando la cifra de quienes esperan en Grecia y las fronteras europeas supera el medio millón. «Es una vergüenza, resulta muy frustrante», confiesa. Hasta 500 refugiados han muerto esta semana en el mar al intentar llegar a Europa desde Libia, una vez que la frontera griega ha sido cerrada. La mañana avanza en La Merced mientras el Mediterráneo, a 50 kilómetros, es ya una enorme tumba.
Comentarios
Aún no hay comentarios