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MURCIA

El centro de extranjeros 'estalla' a causa de la escasez de policías y del hacinamiento

viernes 7 de octubre de 2016 Fuente: La Verdad (Jorge García Badía)

Un inmigrante fingió un ataque al corazón para que los agentes abriesen la sala de ocio, momento en que fueron atacados con extintores.

Fluorescentes colgando del techo de los pasillos y de la despensa, electrodomésticos volcados por el suelo de la cocina, marcos de las puertas arrancados de cuajo, un reguero de basura… Esa fue la ‘resaca’ con la que amaneció ayer el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Sangonera la Verde después del motín que protagonizaron, el miércoles por la noche, buena parte de los 133 extranjeros sin papeles recluidos en las instalaciones. La dirección del CIE declinó atender a ‘La Verdad’ y no permitió el acceso a las dos ONG que asisten a los internos cada día (Cruz Roja y Convivir sin Racismo), alegando motivos de seguridad.

Juan Guirado, portavoz de Convivir sin Racismo, avanzó que presentará una comunicación a la juez de control del CIE «poniendo en conocimiento esta situación» y para mostrar su «preocupación» por lo sucedido. La suma ‘falta de medios policiales’ más ‘hacinamiento de los internos’ dio como resultado una ‘batalla campal’ con cinco policías nacionales heridos. De las dos salas de ocio del CIE, una está cerrada desde el motín de septiembre de 2015, lo que obligó a meter a 133 inmigrantes, la mayoría argelinos, en un recinto con un aforo máximo de 70 personas. Pasadas las 20.30 horas, un interno simuló un ataque al corazón y se empezaron a escuchar gritos de auxilio: «¡Se muere!». El dispositivo de ese turno estaba compuesto solo por cinco policías, que no dudaron en abrir la puerta para socorrerle. En ese momento «fueron brutalmente agredidos», según denunció ayer Javier Monje, portavoz regional del Sindicato Unificado de Policía (SUP).

Los internos cogieron extintores, mangueras contraincendios, incluso arrancaron el marco de una puerta, y se abalanzaron sobre los agentes. Un grupo rompió el candado del salón de no fumadores para liberar a otros inmigrantes, terminando de desbordar a los policías. En solo media hora, los internos lograron dispersarse por las entrañas del CIE, con alocadas carreras en las que arrancaban fluorescentes y rompían puertas. Algunos se metieron en la cocina y robaron comida, enseres y cuchillos.

El grupo más numeroso logró salir al patio y saltó la valla que da al instituto Sierra de Carrascoy. Fue de tal magnitud la revuelta y el descontrol de la seguridad que muchos lograron salir por la puerta principal. Una vez en la calle, unos se escondieron entre las naves de Mercamurcia, otros se perdieron por las calles de Sangonera la Verde y los demás se adentraron en el campo. De hecho, uno de los huidos fue detenido en lo alto de una olivera. El parte médico de los cinco policías causaba escalofríos: policontusiones en cabezas y brazos, luxaciones, fracturas… El más grave está ingresado en el hospital de La Vega porque se teme que sufra una hemorragia interna.

Una grupo desde Valencia

Un agente destinado en el CIE denunció ayer, desde el anonimato, que «a principios de esta semana recibimos a 50 inmigrantes procedentes de Valencia; fue un disparate». Según dijo, el centro pasó de albergar a 83 personas a 133, un incremento del 60%. El agente concluyó que «todos habíamos avisado de que esto iba a explotar».

En cada turno, el dispositivo de seguridad varía entre cuatro y seis efectivos, y ya el 21 de agosto, cuando escaparon 11 inmigrantes, quedó en evidencia que la cifra de vigilantes era insuficiente. Además, en junio se registró un repunte del 64% en la llegada de argelinos irregulares. «Llevamos todo el verano pidiendo cobertura de vehículos ‘zeta’ y personal de la UPR (Unidad de Prevención y Reacción). Nos sentimos inseguros». Tanto el Sindicato Unificado de Policía como Convivir sin Racismo denunciaron las «condiciones de hacinamiento» en el centro.

Javier Monje enumeró un listado kilométrico de deficiencias del CIE: «El número mínimo de efectivos policiales por turno debería elevarse de 6 a 10, falta un protocolo de actuación, los agentes no reciben formación específica y no hay puertas con esclusa». Desde la ONG, Juan Guirado denunció que «las condiciones del CIE ponen en riesgo la seguridad de los funcionarios y la de los internos».

Otra de las carencias que ha destapado el motín es la limitada cobertura médica, ya que solo hay facultativos por la mañana y dos horas por la tarde. Los reclusos se inventaron un infarto y los policías reclamaron una ambulancia. Mientras llegaba trataron de atender al recluso, pero fueron recibidos a golpes. El SUP pidió la destitución del director del CIE, Luciano Fernández, y el cierre del centro hasta que cuente con suficientes medios humanos y materiales.

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