La Región de Murcia forma parte del grupo de comunidades autónomas más castigadas por Gran Recesión

Tomando una perspectiva temporal más amplia, se observa que Murcia suele sufrir oscilaciones cíclicas más acusadas que las demás regiones, presenta una baja sincronización y tiene una baja coherencia con el ciclo nacional incluso en el largo plazo. Todo ello vendría a mostrar tendencias de fondo diferentes de la media española que requerirían políticas específicas que afronten sus debilidades estructurales, como la baja renta per cápita, el menor nivel de industrialización o la limitada dotación de capital humano.

Su estructura productiva presentaba, en los momentos previos a la crisis, un elevado peso de las actividades inmobiliarias y de construcción (superior al 21% del PIB), siendo esta especialización uno de los factores que han tenido una contribución más negativa a la caída del PIB regional. El impacto de la recesión sobre la producción y el empleo se extiende a los demás sectores de la economía, con un retroceso del índice de producción industrial que en cinco años supera el 25%, sin que mediasen siquiera los síntomas de recuperación –después frustrada- que para algunas regiones supusieron el año 2010 y comienzos de 2011.
En lo que se refiere a la dotación de factores productivos, la ratio de capital por habitante en Murcia está entre las más bajas del país, a pesar del importante esfuerzo inversor realizado en el primer decenio de este siglo. De igual manera, cuando se toma en consideración únicamente el capital no residencial, que es el más relevante como capital productivo, todavía se ahonda más la distancia respecto a la media nacional, pero en cambio, se detecta una productividad más alta de ese capital no residencial, equivalente a la del conjunto del país. La conclusión, por tanto, es que una mejora de las dotaciones del capital no residencial, equiparándose con la media de España, produciría un impacto muy positivo sobre la producción de la región.

Por otra parte, y en relación con el factor trabajo, Murcia contaba, antes de la Gran Recesión, con una tasa de paro similar a la media nacional, incluso un poco por debajo, aunque ni siquiera en los momentos más álgidos del anterior ciclo expansivo bajó del 7-8% de la población activa. Las consecuencias de la crisis se dejaron notar con gran crudeza en su mercado de trabajo, situándose entre las regiones con más destrucción de empleo y mayor tasa de paro. La población activa murciana, y especialmente la que está en paro, tiene uno de los niveles educativos más bajos del país, lo que ejerce un efecto negativo sobre el acceso al empleo y las remuneraciones salariales. Sin embargo, una mejora de la educación en Murcia reduce la probabilidad de desempleo en menor medida que en otras regiones con niveles educativos también bajos, aunque tiene un efecto más positivo sobre las remuneraciones salariales.
En cambio, las políticas de estímulo a los emprendedores encuentran en Murcia, por su elevada tasa de paro, una de las regiones con mayor impacto sobre la reducción del desempleo, siempre y cuando se orienten hacia los nuevos empleadores con preferencia sobre otras alternativas como la conversión de asalariados en autónomos.

Pero las consecuencias de la Gran Recesión sobre el nivel de vida de los ciudadanos van más allá de la evolución observada en el PIB per cápita y la tasa de paro. Se necesita un enfoque multidimensional que tome en consideración otros factores relacionados con el desarrollo humano o la pobreza económica. Pues bien, Murcia contaba, antes de la crisis, con un índice de desarrollo humano, en el que se combinan indicadores de salud, educación y bienestar material, por debajo de la media española. Pero además, en el intervalo de tiempo que va de 2007 a 2011 es una de las comunidades que sufre un mayor deterioro en dicho índice, motivado por una fuerte caída de la renta y el gasto de las familias y por un importante crecimiento de la desigualdad. De igual manera, Murcia ha experimentado en ese periodo de crisis un gran deterioro en el índice de pobreza económica, hasta situarse entre las regiones con peores registros, tanto por la ampliación de la brecha de pobreza como por la intensidad con que se manifiesta el desempleo de larga duración.