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MURCIA

Un circo con los refugiados

viernes 1 de julio de 2016 Fuente: La Verdad (Javier Pérez Parra y Alberto Aguirre de Cárcer)

La consejera de Familia recibe a las dos primeras familias sirias acogidas en la Región.

Director de La Verdad: ¿Por qué y para qué este acto?

Tras colocar a Hayat delante de una nube de cámaras para inmortalizar un abrazo entre lágrimas con Violante Tomás, se proclamó el derecho a la intimidad.

Se llaman Hayat y Yahga, y son dos de los primeros doce refugiados sirios procedentes de los campos de desplazados de Líbano que acoge la Región. Llegaron el martes a Murcia, tras un agotador viaje de 24 horas y después de meses de angustiosa incertidumbre sobre el futuro. Desde ayer conocemos sus nombres y sus caras porque la Consejería de Familia y Cruz Roja los pusieron delante de una nube de cámaras de televisión y de fotógrafos de prensa que terminaron inmortalizando un abrazo, entre lágrimas, con la consejera Violante Tomás.

En eso, y poco más, consistió el acto de acogida a refugiados organizado para la ocasión. Hubo, claro, un discurso de la consejera. Un recuerdo del esfuerzo institucional y del carácter «empático» de los murcianos, que ha llevado a la Región a acoger a doce personas después de meses de espera, mientras 4,8 millones de sirios permanecen desplazadas por la guerra civil, según datos de Acnur.

Hayat apenas habló, y lo que dijo fue sobrecogedor. Ante una maraña de micrófonos en una estancia minúscula de la Consejería de Familia, dio las gracias por la acogida. «Por fin mis hijos podrán tener una vida digna e ir al colegio sin miedo a un bombardeo o a un atentado terrorista», explicó en árabe. «Por desgracia, el cariño y el acogimiento con el que nos hemos encontrado aquí ha sido mayor que el que recibimos en el campo de refugiados de Líbano, que es un país musulmán, como nosotros», lamentó.

Después, se abrazó a la consejera. El acto había terminado. ¿Cómo se encuentran? ¿Qué mensaje quieren lanzar a la sociedad europea, a aquellos que los hay que rechazan la acogida a refugiados? ¿Cuál ha sido su experiencia de la guerra? Son preguntas que Hayat y su marido Yahga quizá no hubiesen tenido inconveniente en escuchar. Sencillamente, nadie les dejó decidir si querían o no responderlas. Los llevaron de la mano hasta una sala para hacerse una foto con una dirigente política y los sacaron después sin más. También se le podrían haber trasladado algunas dudas a la consejera. ¿Qué le parece que el Gobierno español haya recibido a menos de 400 personas, de las 18.000 que hace meses se comprometió a acoger? ¿Qué opina de que la UE, con el apoyo del Ejecutivo de Mariano Rajoy, cierre las fronteras a más de un millón de personas que malviven en los campos de Turquía? Pero el acto, tras el momento culminante del abrazo, había terminado. «Hay que preservar la intimidad», proclamaba Juan Antonio Balsalobre, coordinador autonómico de Cruz Roja, con los ‘flashes’ todavía humeantes y las imágenes del edulcorado recibimiento dispuestas a abrir informativos y portadas.

Tensiones con Cruz Roja

Durante los últimos días, se han producido tensiones entre la Comunidad y Cruz Roja a cuenta del recibimiento. El martes se especuló con la posibilidad de que el presidente del Gobierno regional, Pedro Antonio Sánchez, presidiese el acto. Finalmente, se optó por un perfil institucional más bajo. Visiblemente molestos, los responsables de Cruz Roja intentaron poner fin a la recepción cuanto antes. Así que después de permitir que Hayat se expusiera a las cámaras para ser inmortalizada junto a la consejera entre lágrimas, Balsalobre censuró a los periodistas su afán por preguntar, como si lo que estaba ocurriendo fuese culpa de los medios. De esta forma, la rueda de prensa terminó reducida a una mera imagen a mayor gloria de la Administración regional, vacía de contenido y sin que al menos la sociedad murciana haya podido conocer qué piensan unas víctimas musulmanas de la barbarie que algunos cometen en el nombre de su Dios. Una oportunidad perdida en tiempos en que arrecia la xenofobia y el miedo.

A las doce personas llegadas el martes se sumará la próxima semana una nueva familia, que será acogida en este caso por la asociación Accem. Seguirán quedando 4,8 millones de personas desplazadas fuera de Siria por culpa de la guerra, que se alarga desde hace más de cinco años. Tras el cierre de las fronteras europeas, más de un millón de personas permanecen en los campos de Turquía. El Gobierno español se comprometió el año pasado a acoger a unas 18.000 personas. No han llegado ni siquiera 400. A la Región, solo 12. Pero ya tenemos foto.

Director de La Verdad: ¿Por qué y para qué este acto?

Lejos de contribuir a sensibilizar a la opinión pública sobre el drama de los refugiados sirios, el acto celebrado ayer en dependencias de la Comunidad con las primeras familias que son acogidas en la Región quedó circunscrito a una emotiva foto con la consejera de Familia y un breve mensaje de agradecimiento de Hayat, una de las mujeres que ha logrado escapar del avispero sirio. Ante la falta de contenido y de mensajes de utilidad pública, en un acto a la postre completamente innecesario, sobre todo para estas familias, se amontonan algunos interrogantes ¿Por qué Cruz Roja se presta a una petición de la Consejería y luego, una vez fotografiados hasta la extenuación, decide que no cabe hacer preguntas a los refugiados para «proteger su intimidad»? ¿Acaso cabe desprotegerla un poco para que un político se haga una foto? ¿Por qué Cruz Roja y la Consejería convocan a periodistas si de antemano no se nos va a permitir ejercer el trabajo que esperan nuestros lectores? ¿Qué tipo de preguntas y respuestas querían evitarse? En definitiva, ¿por qué y para qué este acto?

Los lectores de ‘La Verdad’ conocen bien la situación en Siria. Desde hace años, nuestro corresponsal en Oriente Medio, Mikel Ayestarán, que compartimos los diarios del grupo Vocento, ha viajado frecuentemente a ese país para relatar de primera mano el horror y hablar con las víctimas de esta cruel tragedia, sorteando todo tipo de obstáculos y poniendo en peligro su propio pellejo para cumplir con su obligación de informar. Pero la de ayer fue una oportunidad perdida para conocer de forma directa la opinión de quienes llevaban mucho tiempo esperando en el Líbano o en Turquía a que la Unión Europea pusiera en marcha su controvertida y varias veces demorada operación de acogida.

Habría sido entendible que Cruz Roja, una organización con una labor humanitaria intachable, hubiera optado por eludir un acto de estas características para que estas familias se recuperen cuanto antes en la intimidad. Lo que es incomprensible es optar por una exposición pública que acaba en una exhibición gratuita del dolor ajeno y que en nada beneficia a las víctimas y a la comprensión de su drama. Estoy convencido de que no hubo mala fe en los convocantes, pero desde luego ayer lo hicieron rematadamente mal en un tema muy sensible.

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