«Vivo en la 'Casa Blanca'» Un parado de Fortuna duerme en su coche desde 2012 a la espera de que le concedan la Renta Básica de Inserción Social
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El PSOE llegó a exigir que le cedieran una vivienda; no tuvo suerte, pero le dieron unos vales para comida
El asiento de atrás está ocupado por una almohada y mantas; «es mi suite nupcial». El maletero está lleno de ropa, comida y enseres de aseo personal. «Es mi despensa y mi armario». Y cuando llega el verano «tengo hasta sauna, porque dentro del coche hace un calor que te mueres». Para Salvador Martín García, su Peugeot 306 Sedán, de color blanco, no es un coche cualquiera: «Vivo en la ‘Casa Blanca‘». Este vecino de Fortuna, de 61 años, no ha perdido la cabeza; solo se aferra a su sentido del humor para soportar una vida encerrado entre cinco puertas.
Salvador vive en su Peugeot desde que en 2012 perdió su trabajo como cocinero del Hotel Costas. «Primero me bajaron el sueldo; no me llevaba bien con mi jefe y al final me despidió. Después me separé de mi pareja y como la casa estaba a su nombre, terminé en el coche». No le quedó más remedio, porque al desempleo sumó las deudas que mantenía con un proveedor, tal y como él mismo reconoce. «Durante seis años tuve adjudicada la explotación de la cocina de uno de los hoteles del balneario de Fortuna y aún debo dinero. He cometido errores, como los comete todo el mundo».
Durante 2013 intentó buscar empleo, «pero mi currículum terminaba en la basura». Un desprecio para quien ha trabajado ininterrumpidamente, entre 1974 y 2012, como pastelero, panadero, incluso de jefe de cocina en el hotel La Pinada y en el restaurante Ranga, entre otros. «Tenía una nómina y llegué a tener a nueve empleados bajo mi mando».
Ahora su rutina diaria es otra bien distinta, porque sigue sin encontrar trabajo y sobrevive con los 213 euros con 42 céntimos que recibe mensualmente de su subsidio por desempleo. Apenas puede comprarle nada a su hijo de 14 años. «Lo último fueron unas zapatillas». Tampoco puede pagar el alquiler de un piso, y desde octubre de 2013 aguarda pacientemente a que el Instituto Murciano de Acción Social (IMAS) le conceda la Renta Básica de Inserción (RBI) que solicitó.
Por suerte le queda la solidaridad vecinal. Todas las noches aparca su Peugeot 306 en el porche de un chalé, situado en el paraje de la Fuentecica. «Los dueños son una familia de Elche. Como solo vienen de vez en cuando, me dejan estar aquí, y así les hago de perro guardián. El entorno es muy bonito, pero al caer la noche esto se convierte en la boca del lobo y cualquier día me pasará algo porque soy diabético e hipertenso». Cuando sale el sol, «me voy a un bar del pueblo donde me dejan asearme y me invitan a un café y a una magdalena. Luego leo la prensa».
Cáritas le llena la despensa el maletero y los dueños del mismo bar, que prefieren seguir en el anonimato, «me dejan cocinar allí las legumbres, arroz y pasta de la caridad». En una gasolinera del municipio le prestan combustible.
Cadena de favores
Su ducha está en plena naturaleza, «en unas pozas con aguas termales cerca de Los Baños de Fortuna». Esta cadena de favores para ayudar a Salvador es interracial, porque un matrimonio de Marruecos «me lava la ropa y cuando hacen cuscús me invitan a comer». Incluso una carnicería marroquí «me fía comida».
Pero hay un problema. «Cuando cobro, empiezo a pagar deudas y me quedo sin nada». Está atrapado en el coche y no abandona el pueblo por su hijo. El caso de este vecino es único en Fortuna, y el portavoz del PSOE, Alonso Ruiz, llegó a dirigir un escrito a la Corporación popular, en diciembre de 2013, «informando de la situación de extrema necesidad en la que se encuentra el vecino de este pueblo Salvador Martín García». El PSOE solicitó que «se le facilite una vivienda por el tiempo necesario e imprescindible, a fin de que no tenga que continuar durmiendo en la calle». El PP no se pronunció pero, según confirma Salvador, «me dieron vales de comida».
Cuando comenzaba a tener motivos para sonreír, el Juzgado de Instrucción número 1 de Cieza emitió un auto en el que consideraba «acreditada (como antiguo cocinero) su condición de acreedor» frente a un proveedor. El juzgado condenó el pasado enero a Salvador a abonar 8.887,06 euros, y otros 2.666 euros por intereses. Pero no tiene ‘cash’. «Me han embargado hasta el coche».
Providencia de apremio
Solo un mes después de ese varapalo, en febrero, se le acabaron los vales municipales de comida. «En el Ayuntamiento me dijeron que no podía volver a solicitar esta ayuda hasta el próximo año. Entonces, ¿qué hago? ¿Permanezco en ayunas?». La puntilla a su ruinosa situación le llegó el pasado 28 de abril, cuando el Consistorio fortunero le notificó una providencia de apremio para que abonase el Impuesto de Vehículos de Tracción Mecánica.
En concreto, 104,53 euros por su Peugeot 306 y otros 50,39 euros por un Citroen Picasso que ni siquiera es ya de su propiedad. «Se lo vendí en 2012 a un marroquí por 4.000 euros, para salir del paso, y no sé dónde está el coche. Esto es del género bobo. ¡Me piden los ‘sellos del coche’ en mi situación! Empecé a trabajar con 12 años y tengo 61; si tuviese menos edad no vendría al Ayuntamiento a pedir limosna. Solo quiero un sitio con baño, cocina y una cama para dormir. Cualquier día me quedo como una sardina en lata dentro del coche».
El IMAS le pagará la prestación cuando haya presupuesto
La situación de Salvador Martín García llegó al Pleno del pasado mayo, de nuevo por iniciativa del PSOE, cuando en el turno de ruegos y preguntas reclamaron al PP «una solución urgente para este vecino, ante la falta de un techo donde dormir». La respuesta no ha llegado de manos del Consistorio, sino del Instituto Murciano de Acción Social (IMAS), que ayer confirmó que el expediente por el que Salvador solicitaba la Renta Básica de Inserción Social «está aprobado desde enero, pero el presupuesto de 7 millones de euros se ha agotado, por eso no se le ha abonado todavía. Tendrá derecho a cobrar 390 euros mensuales durante un año». Eso sí, las mismas fuentes no supieron aclarar cuándo ingresará Salvador su primera mensualidad. «Será en un mes o antes de que acabe el año. Estamos a la espera de asignación».
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